En la vida tomos constantemente decisiones, algunas con un impacto mínimo en nuestro destino y otras que por contra son trascendentes en nuestro futuro. Lo gracioso es que gran parte de lo que hace cambiar el rumbo de nuestra vida vienen a nosotros sin pedirlas, parece que están ahí listas para cuando nosotros estamos preparados.
A mi esa guía me ha venido en forma de profesores que me han animado a elevar mis aspiraciones, a compañeros de trabajo que me han abierto los ojos y explorar nuevos horizontes profesionales o de lecturas que me han impactado y han hecho que reorientara mi camino.
En este caso me gustaría hablar precisamente de un que cambio el rumbo que llevaba mi vida hasta ese momento. El libro en cuestión era el libro de SMED de Shigeo Shingo. Mi primer contacto con las metodologías de mejora y optimización de procesos que me cautivo e hizo que pivotara de mi sueño de ser ingeniero de diseño mecánico y diseñar máquinas o motores a enfocarme en el campo de la optimización de procesos empresariales que es donde sigo más de 25 años después.
Pienso que este libro me encontró a mi cuando estaba preparado para escuchar lo que me tenía que decir. Me siento en deuda con él y con todos aquellos que me fueron mis faros para ir produciendo los diferentes puntos de inflexión me han traído hasta donde estoy. Han sido muchas iteraciones y el camino no siempre ha sido sencillo, pero creo que ha valido la pena, siempre vale la pena si el camino se recorre con un propósito claro.
Esa deuda pendiente es lo que me acercó a la universidad hace algo más de un año para colaborar como docente. Aparte de mi vocación de compartir con los alumnos todo lo aprendido en mi carrera profesional, creo que un consejo, un punto de vista o la recomendación de alguna lectura pueden dar la luz que necesitan nuestros jóvenes cuando no tienen claro el rumbo al que orientaran su futuro.
En realidad no se si lo que hago tendrá algún impacto o no, ya que es posible que tenga que esperar 20 años para saber si algo de lo que hablamos sirvió para algo, pero eso no va a ser un impedimento para que siga sembrando. No debemos subestimar la capacidad de influencia que tenemos en otras personas para bien, por lo que no debemos escatimar ofrecer aquello que pueda dar guía a otros ya que podría ser el primer ladrillo que cree un punto de inflexión en sus vidas.