Una vida con propósito, ese paradigma que se ha hecho tan popular en los últimos tiempos. A nadie le es desconocido ya el término Ikigai y esa búsqueda del Por Qué que da sentido a cada día de nuestras vidas, aquello que hace que valga la pena levantarse lleno de energía cada mañana. El ejercicio de una búsqueda de un por qué relevante no es sencillo, es algo que requiere de una reflexión profunda de las capacidades propias y de los campos en los que se pueda hacer una aportación significativa, pero… ¿ qué pasa cuando el propósito nos encuentra a nosotros en lugar de encontrarle nosotros a él?.
Soy de la firme opinión que todos nosotros disponemos de manera intrínseca de ciertos instintos que solamente se despertaran en caso de recibir un estímulo externo determinado que lo despierten de su letargo, como puedan ser el instinto de paternidad o el liderazgo ocasional. Una persona siente un click, una necesidad vital que hace que ante ella se ilumine un camino que hasta ese momento había permanecido oculto.
Hace unas semanas los medios de comunicación se hacía eco de la investigación del estadounidense Douglas Melton sobre la diabetes tipo 1, que puede hacer que todas los diabéticos insulinodependientes como yo podamos dejar de pincharnos insulina para controlar los niveles de glucosa en sangre. La relación de esta historia con lo comentado en los párrafos anteriores es que Mr. Melton era un biólogo dedicado al estudio de ranas y por lo que parece, cuando a su hijo menor le detectaron diabetes tipo 1, encontró esa razón que le ha llevado a darle una vuela a su vida y dedicar su vida a algo que no solamente ayudará a su hijo sino a otros millones de personas que sufrimos el mismo problema en todo el mundo.
Estoy seguro que Mr. Melton jamás se llegó a imaginar durante sus años de estudiante o incluso durante su empleo anterior que acabaría dedicándose con pasión a la investigación de la diabetes, pero a él su propósito vital le llamó a la puerta y el decidió aceptar el reto. A veces el destino nos encuentra y cambia nuestra vida para siempre, desbloqueando todo nuestro potencial para pelear por un propósito que realmente transcienda, que realmente deje un poso en este mundo que vivimos. Gracias Douglas Melton.